miércoles, 17 de octubre de 2007

Visita a la Ciudad Prohibida

Hola. De nuevo hemos tenido un día de turismo en Beijing. Nos levantamos pronto, como casi todos los días (esto no son vacaciones), y tras los correspondientes aseos de los cincos, ropas, preparar el bolso, etc, llegan las 8.30 y es hora de bajar a desayunar. El desayuno del hotel está bien, pero no como el de Wuhan. Este hotel es un cuatro estrellas, pero a alguna se le deben haber caído las puntas. El restaurante está hasta los topes a la hora del desayuno, y hay que buscar mesa casi en el hall de hotel para poder desayunar los cinco juntos. A alguno se le pasa el tiempo haciendo viajes para coger la comida. Que se va a hacer.

La Ciudad Prohibida está muy bien. Una ciudad fortificada, con un canal de 50 m alrededor, como los de los castillos medievales, pero perfectamente rectangular. Y dentro, un conjunto de patios y pabellones impresionante. Todo organizado para la vida de los Emperadores. Patio arriba, patio abajo, escalera arriba, escalera abajo (con el carrito a cuestas claro), y los mejores pabellones en obras de restauración, y los que se pueden ver es desde fuera, a través de las ventanas. Esto defrauda un poco. Y encima, las cosas más valiosas (camas de oro, etc) se las llevaron los franceses en la guerra del opio, a primeros del siglo XX (creo). Y al lado, un pequeño jardín muy bonito, con ejemplares centenarios de ciprés oriental.

Después vuelta al hotel, comida, siesta, merienda, paseo, cena, y a descansar. Hoy Alberto ha terminado sus deberes, y a Enrique ya le queda poco. Y María sigue como hasta ahora, risueña y cariñosa. Es un encanto de niña. También se enfada algunas veces, y como se enfada. Pero son las menos.

Hasta ahora todas las visitas las están llevando muy bien los chicos (y las niñas). Vamos siempre en grupo, con muy buen rollo entre todos, y cuando se cansar de estar con uno, se van con otro. Las niñas no, cada una en su carrito. Pero se nota el buen ambiente, se hace todo más llevadero. Quedamos juntos para comer, elegimos sitio y menú por consenso, vamos juntos a comprar, quedamos también para los paseos, etc. Lola, nuestra guía, sigue tan atenta como siempre. Es un encanto de chica. Muy comedida y discreta, como buena china, pero eficaz al máximo.

Nos llevamos bien, muy bien. Y esto también hace que los diez dias que llevamos fuera de casa se hayan pasado volando.

Bueno, para variar, voy a poner un par de vídeos, uno de fotografías, y unas tomas en la Ciudad Prohibida.

Adios.




1 comentario:

profesisla dijo...

Bueno, aprovechar que ya va quedando poco. Espero que la vuelta sea tan llevadera como la ida.

Besos para los niños.